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Mostrando las entradas de mayo, 2011

En la Capital

Juan llegó a Buenos Aires en tren. Sus padres habían muerto en un accidente desgraciado y habitual en la destruida ruta en que viajaban desde su pequeño pueblo hasta una ciudad vecina. Sus únicos familiares eran sus padrinos, un matrimonio amigo de su padre, gente con un relativo desahogo financiero, quienes al enterarse del trágico accidente llamaron inmediatamente al Juez de Paz e hicieron liquidar todas las propiedades de los muertos. El dinero reunido se giró a la capital del país por un simple trámite bancario. Luego, solo con una pequeña valija, Juan llegó a Buenos Aires en tren. Sus padrinos lo recogieron e inmediatamente lo asentaron (gracias a pequeños sobornos a los funcionarios de las oficinas del Registro Civil) como su propio hijo. Era necesario que el sistema aceptase al chico como hijo de ciudadanos porteños. Eso le facilitaría su futuro. No fue a la escuela inmediatamente. Antes debía aclimatarse. Sus padrinos convirtieron ese periodo necesario en varios años

El Bautismo Negro (Segundo relato de la Serie de La Fuga/Fuga del relato de La Caravana)

Habían corrido hasta cansarse. Ahora la noche (a pesar de los temores que despertaba, de los enemigos que ocultaba) los protegía. Dos hermanos, ayudándose mutuamente, habían llegado a perderse en lo profundo del monte. Esta situación desesperante era para ellos motivo de alivio y esperanzas porque habían conseguido huir de la Encomienda. El mayor de ambos era quien había decidido y planeado la fuga. A poco de llegar, junto al resto de su comunidad, al descampado donde levantaron sus chozas y trabajaron la tierra para sus amos, él había concluido que solo podían encontrar la muerte en lo profundo de los surcos que hendían en la tierra. El mayor era un joven bastante despierto (así lo habían definido los curas que constantemente vigilaban a los indios) y se había hecho notar cuando, a poco de instalarse su comunidad dentro de los muros protegidos por la Corona, se había dirigido a los sacerdotes para quejarse por las agotadoras jornadas de trabajo que los indios sufrían. Los r

Hacia el Río (Primer relato de la Serie de La Fuga/Fuga del relato de La Caravana)

Callado, un hombre viejo, con una torva expresión que sería solo desgraciada sino fuera por la cicatriz que desfigura su rostro tuerto y le quita drásticamente toda humanidad. Es testigo silencioso de como sus compañeros confabulan, descaradamente, a sus espaldas. El observa, silencioso como corresponde a un sirviente, la situación. Sus patrones criollos huyen desde hace semanas del asedio de las tropas del gobierno. Al parecer buscan huir por un camino discreto a Potosí. Allí –por lógica- venderán su carga, el único tesoro que aun los liga, que da forma a esa caravana perdida. Es un negocio desesperado: Llegar a las puertas del infierno para allí vender lo que aún conservan de espíritu. Caballeros arruinados en ese punto, seguramente venderán también a sus sirvientes para que sean devorados por las minas ya mezquinas de la ciudad maldita. Durante las noches, los sirvientes aprontan su plan de fuga. Las tropas del gobierno ya se acercan. En pocos días los alcanzaran y es seg